Pierdes si no conoces esto: El increíble poder de la energía de hidrógeno

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¿Alguna vez te has parado a pensar en el futuro de nuestra energía? Yo, personalmente, he notado un cambio radical en la conversación. Antes se hablaba de renovables, y ahora, cada vez que abro un periódico o escucho un podcast, parece que el hidrógeno es el nuevo protagonista.

Siento que estamos en un punto de inflexión. No es solo una promesa lejana; lo que me fascina es ver cómo la inversión en hidrógeno verde, generado de fuentes limpias, está despegando a pasos agigantados en nuestra propia región y en Europa.

Parece que las piezas del rompecabezas de la infraestructura están empezando a encajar, aunque el camino no está exento de retos, como los costes iniciales o la logística de distribución.

Pero si lo piensas, el potencial para descarbonizar industrias y transportes, creando aire más limpio en nuestras ciudades, ¡es algo que me llena de esperanza!

Ver proyectos piloto en autobuses o trenes en vivo y en directo me hace creer que esta vez va en serio. Lo averiguaremos con precisión.

El Pulso del Hidrógeno Verde: Más Allá de la Teoría

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El mundo de la energía es un torbellino constante de innovaciones y promesas, y si hay algo que me ha capturado la atención últimamente, es la velocidad a la que el hidrógeno verde ha pasado de ser un concepto de laboratorio a una pieza clave en las agendas energéticas de gobiernos y empresas.

De verdad, me parece increíble cómo de repente todo el mundo habla de ello. Yo, que siempre he estado atenta a las nuevas tendencias, siento que esta vez no es una moda pasajera; esto tiene una base muy sólida.

Recuerdo cuando la solar y la eólica empezaron a despegar, y la sensación es similar, pero con una ambición y un respaldo mucho mayores desde el principio.

Es una señal de que estamos ante algo realmente grande, algo que podría redefinir no solo cómo generamos energía, sino también cómo vivimos y nos movemos, liberándonos de la dependencia de los combustibles fósiles de una vez por todas.

La perspectiva de un aire más limpio en nuestras ciudades y una industria mucho menos contaminante, ¡es algo que me llena de una ilusión tremenda!

Desmitificando el Color: ¿Qué Hace al Hidrógeno ‘Verde’?

Cuando empecé a investigar sobre el hidrógeno, me sentí un poco abrumada por la terminología: hidrógeno gris, azul, verde… ¡parecía un arcoíris energético!

Pero enseguida me di cuenta de que el “color” lo define todo. El que realmente nos interesa, el que ha encendido todas las alarmas de oportunidad y sostenibilidad, es el hidrógeno verde.

Y la clave está en su origen. Se produce mediante un proceso llamado electrólisis, donde el agua (H2O) se separa en hidrógeno (H2) y oxígeno (O2) utilizando electricidad.

Lo que lo hace ‘verde’ es que esa electricidad proviene exclusivamente de fuentes de energía renovable, como la solar o la eólica. Es decir, no hay emisiones de carbono en su producción, lo que lo convierte en una alternativa verdaderamente limpia.

Personalmente, cuando comprendí esto, sentí una especie de revelación. Es como si hubiéramos encontrado una pieza que faltaba en el puzzle de la energía limpia, algo que puede complementar a la perfección la intermitencia de otras renovables y ofrecer una solución escalable para sectores que parecían inquebrantables.

Me maravilla ver cómo la tecnología puede alinearse tan perfectamente con la necesidad de proteger nuestro planeta.

Tipo de Hidrógeno Proceso de Producción Ventajas Clave Desventajas y Emisiones
Hidrógeno Gris Reformado de metano con vapor (SMR) a partir de gas natural. Tecnología madura, bajo coste de producción actual. Altas emisiones de CO2 a la atmósfera.
Hidrógeno Azul SMR con captura y almacenamiento de carbono (CCS). Menores emisiones que el gris al capturar CO2. Aún depende de combustibles fósiles, la tecnología CCS tiene costes.
Hidrógeno Verde Electrólisis del agua usando electricidad renovable (solar, eólica). Cero emisiones de CO2 en producción, 100% sostenible. Alto coste inicial, infraestructura en desarrollo.

Cuando la Ciencia se Vuelve Realidad: Proyectos que Ilusionan

Lo que me ha impresionado más es ver cómo estos conceptos se están materializando en proyectos concretos por toda España y Europa. No hablamos de ideas en una pizarra, sino de inversiones reales, plantas piloto que ya están en funcionamiento y demuestran la viabilidad.

Hace poco leía sobre el “Valle del Hidrógeno de Cataluña” o el “Corredor Vasco del Hidrógeno”, y automáticamente mi mente vuela hacia un futuro donde estos centros se convierten en los pilares de una nueva economía.

Son iniciativas que no solo producen hidrógeno, sino que también investigan nuevas aplicaciones, desarrollan tecnología y crean un ecosistema completo alrededor de esta energía.

Me siento emocionada al ver a empresas de renombre como Iberdrola, Repsol o Acciona apostando fuerte, invirtiendo miles de millones de euros en electrolizadores gigantes, en infraestructuras de transporte o en la reconversión de sus procesos industriales para consumir este combustible limpio.

Es una inversión de una magnitud que antes no veíamos, y eso me da una confianza tremenda en que esta vez va en serio. Incluso he escuchado de proyectos de autobuses de hidrógeno en algunas ciudades, ¡imaginen la diferencia en la calidad del aire!

Es un salto cualitativo brutal que me hace sentir más optimista que nunca sobre nuestro futuro energético.

Los Obstáculos del Presente: Navegando la Curva de Aprendizaje

Sería ingenuo pensar que el camino hacia una economía del hidrógeno es un lecho de rosas. Si bien la emoción es palpable y los avances son innegables, la realidad es que estamos frente a un desafío colosal.

Cuando hablo con ingenieros y expertos en el sector, siempre me recalcan que, a pesar del enorme potencial, hay ciertas barreras que debemos superar con astucia y perseverancia.

Es como aprender a caminar antes de correr; la tecnología está, la voluntad política también, pero la madurez de la cadena de valor completa aún necesita su tiempo.

Mi experiencia me dice que la innovación siempre viene acompañada de estos “dolores de crecimiento”, y es precisamente en la superación de estos donde se forjan los verdaderos líderes y soluciones duraderas.

Es crucial mantener el realismo, sin caer en el pesimismo, porque cada reto es una oportunidad para diseñar algo mejor y más eficiente.

El Coste Inicial: La Barrera del Despliegue Masivo

Uno de los puntos que más se repite en las conversaciones sobre el hidrógeno verde es su precio. A día de hoy, producir hidrógeno verde es significativamente más caro que producir hidrógeno gris a partir de combustibles fósiles, y eso es un factor limitante para su adopción masiva.

Recuerdo haber visto una tabla comparativa de costes y, sinceramente, la diferencia era abismal. Los electrolizadores, que son el corazón de la producción de hidrógeno verde, requieren una inversión inicial considerable.

Sumado a eso, la infraestructura para su almacenamiento y transporte aún está en pañales y también demanda un desembolso importante. Me he dado cuenta de que, para que las empresas y las industrias den el salto, necesitan ver una rentabilidad clara, o al menos un plan de incentivos robusto que justifique la inversión.

Es un círculo vicioso: necesitamos más escala para bajar los precios, pero necesitamos precios más bajos para alcanzar esa escala. Sin embargo, lo que me llena de esperanza es la curva de aprendizaje y la economía de escala que hemos visto en otras renovables.

Si la solar y la eólica bajaron drásticamente sus costes en una década, ¿por qué no podría el hidrógeno verde seguir un camino similar? Es un desafío, sí, pero no un impedimento insalvable.

Infraestructura y Logística: Un Rompecabezas Gigante

Además del coste, la logística es otro quebradero de cabeza que el sector del hidrógeno verde debe resolver. Piénsenlo: ¿cómo transportamos y almacenamos grandes volúmenes de hidrógeno de manera segura y eficiente?

El hidrógeno es un gas muy ligero, lo que dificulta su manejo. Necesitamos una red de gasoductos adaptados o nuevos, estaciones de repostaje para vehículos que lo usen, y métodos de almacenamiento a gran escala que sean rentables.

En España, por ejemplo, estamos viendo los primeros pasos con proyectos para adaptar gasoductos existentes o construir nuevos, como el H2Med que busca conectar la Península Ibérica con Francia y Alemania.

Lo que me fascina es la ambición de estos proyectos, pero también me doy cuenta de la complejidad técnica y la cantidad de permisos y coordinación que implican.

No es algo que se construya de la noche a la mañana. La seguridad es paramount; manejar un gas tan volátil requiere de protocolos y tecnologías avanzadas.

Pero si hemos logrado construir redes de gas y electricidad complejas, tengo la certeza de que con la inversión y el ingenio adecuados, podemos superar estos retos logísticos.

Ver cómo cada pieza del rompecabezas comienza a encajar, aunque lentamente, me hace sentir que estamos en el camino correcto.

Un Mar de Oportunidades: Transformando Industrias y Vidas

A pesar de los desafíos que he mencionado, la verdad es que el potencial del hidrógeno verde para cambiar radicalmente el panorama energético y económico es simplemente abrumador.

Cuando me pongo a reflexionar sobre las implicaciones reales de tener una fuente de energía tan versátil y limpia, mi mente se dispara con escenarios de futuro que me parecen sacados de una película de ciencia ficción, pero que cada día están más cerca de ser una realidad tangible.

No es solo una cuestión de descarbonizar; es también una oportunidad increíble para generar riqueza, crear empleos de alta calidad y posicionar a nuestras regiones en la vanguardia de una nueva revolución industrial.

Me he dado cuenta de que el hidrógeno verde no es una solución para *un* problema, sino para una multitud de ellos, abriendo puertas que hasta ahora parecían infranqueables en el camino hacia un futuro más sostenible y próspero.

La sensación de ser parte de esta transición, aunque sea como observadora y divulgadora, me llena de un orgullo inmenso.

Descarbonizando lo Imposible: De la Industria Pesada al Transporte

Una de las facetas que más me entusiasma del hidrógeno verde es su capacidad para descarbonizar aquellos sectores donde la electrificación directa es extremadamente difícil o imposible.

Pensemos en la industria pesada: la producción de acero, cemento, fertilizantes o amoniaco consume cantidades ingentes de energía y genera una brutal cantidad de emisiones de CO2.

El hidrógeno verde ofrece una vía para reemplazar los combustibles fósiles en estos procesos, reduciendo drásticamente su huella de carbono. He visto proyectos pilotos donde ya se está utilizando hidrógeno para producir acero de manera limpia, y eso, para mí, es un cambio de juego absoluto.

Pero no solo la industria; el transporte de larga distancia, como los barcos, los trenes o incluso los aviones, son candidatos perfectos. Imaginen ferries moviéndose por el Mediterráneo con cero emisiones o trenes de carga cruzando Europa sin dejar rastro de contaminación.

Ver los prototipos de camiones de hidrógeno o el desarrollo de motores para aviones me hace sentir que estamos al borde de una era donde la movilidad de gran escala no tiene por qué sacrificar la salud de nuestro planeta.

Es una esperanza tangible para nuestro futuro.

Creando Empleo y Riqueza Local: El Impacto Socioeconómico

Más allá de los beneficios ambientales, lo que realmente me llega al corazón es el potencial del hidrógeno verde para impulsar un desarrollo socioeconómico sin precedentes.

La construcción de nuevas plantas de electrolizadores, la adaptación de infraestructuras, la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías, todo ello requiere mano de obra cualificada y genera una cadena de valor local inmensa.

Cuando hablo con especialistas, me comentan sobre la necesidad de formar a miles de profesionales en los próximos años para satisfacer la demanda de esta nueva industria.

Esto significa empleos bien remunerados, innovación tecnológica y una reindustrialización en nuestras propias comunidades. Me ilusiona pensar en cómo regiones que tal vez sufrieron el declive de industrias tradicionales podrían resurgir como centros de producción y exportación de hidrógeno verde, creando un círculo virtuoso de prosperidad.

Es una oportunidad para que nuestras economías se diversifiquen, sean más resilientes y menos dependientes de las fluctuaciones de los mercados fósiles internacionales.

Para mí, esto no es solo energía; es futuro, es empleo y es bienestar para las próximas generaciones.

La Inversión que Marca el Ritmo: ¿Quién Está Apostando Fuerte?

Cuando miro los titulares o asisto a conferencias del sector, lo que más me impresiona es la magnitud de la inversión que se está inyectando en el hidrógeno verde.

Estamos hablando de cifras astronómicas, miles de millones de euros que provienen tanto de fondos públicos como de capital privado. Esto no es una moda, como algunas otras “promesas energéticas” del pasado.

Hay un compromiso firme, una decisión estratégica global de apostar por esta tecnología, y eso se traduce en un flujo constante de capital hacia proyectos de investigación, desarrollo e implementación a gran escala.

Es como si el mundo entero se hubiera puesto de acuerdo en que este es el camino a seguir, y esa unanimidad, aunque siempre con sus matices y debates, me da una confianza inmensa en que no hay vuelta atrás.

Siento que estamos ante una de las mayores transiciones industriales de nuestra era, y el dinero está fluyendo hacia donde la visión de futuro es más clara.

Fondos Europeos y Estrategias Nacionales: Un Compromiso Firme

Lo que me ha quedado clarísimo es que el impulso más grande para el hidrógeno verde viene desde las altas esferas políticas, especialmente en Europa. La Unión Europea ha posicionado al hidrógeno verde como un pilar fundamental de su estrategia de descarbonización y recuperación económica, liberando fondos masivos a través de programas como NextGenerationEU.

Países como España, Alemania, Francia o Países Bajos no se han quedado atrás; han desarrollado sus propias “hojas de ruta del hidrógeno” con objetivos ambiciosos y mecanismos de apoyo financiero.

Por ejemplo, en España, la inversión pública y privada proyectada en el marco de la Hoja de Ruta del Hidrógeno alcanza cifras multimillonarias para la próxima década, buscando liderar la producción de hidrógeno verde en Europa.

Ver este nivel de compromiso institucional me da una enorme tranquilidad. Saber que hay un marco regulatorio y un respaldo económico tan sólido detrás, no solo facilita que las grandes empresas inviertan, sino que también estimula la innovación en startups y centros de investigación.

Es una sinergia perfecta entre lo público y lo privado, y es la receta para el éxito a gran escala.

Gigantes Energéticos y Startups: La Convergencia de Intereses

No es solo cuestión de dinero público; lo que me sorprende gratamente es ver cómo los grandes actores del sector energético, aquellos que durante décadas han dependido de los combustibles fósiles, están pivotando de manera tan decidida hacia el hidrógeno verde.

Empresas como Repsol, Iberdrola, Enagás, Cepsa, y muchas otras, están anunciando proyectos ambiciosos para producir, transportar y consumir hidrógeno verde a gran escala.

Están invirtiendo en electrolizadores, en nuevas terminales, y en la reconversión de sus procesos. Para mí, esto es una señal inequívoca de que ven un futuro claro y rentable en esta tecnología.

Pero no solo ellos; el ecosistema de startups en torno al hidrógeno verde está eclosionando. Pequeñas empresas innovadoras están desarrollando nuevas formas de producción, almacenamiento o aplicaciones específicas, y lo hacen con una agilidad y una frescura que complementan a la perfección la capacidad de inversión de los gigantes.

Es una convergencia fascinante de intereses y capacidades: la experiencia y el capital de los grandes, sumados a la agilidad y la innovación de los pequeños.

Esta dinámica me hace sentir que el avance será mucho más rápido y robusto de lo que imaginamos.

Mi Visión Personal: Construyendo el Mañana, Paso a Paso

Después de sumergirme tanto en el fascinante mundo del hidrógeno verde, he llegado a una conclusión muy personal: estamos viviendo un momento histórico.

No es solo una nueva tecnología; es una pieza fundamental que puede completar el puzzle de la transición energética y, al mismo tiempo, reconfigurar la economía global.

Cuando me pongo a pensar en el futuro, no veo solo gigavatios de hidrógeno producidos, sino ciudades más limpias, industrias más competitivas y un planeta más saludable para mis hijos y los hijos de mis hijos.

Es un horizonte que me llena de una esperanza que, admito, a veces flaquea cuando escucho las noticias sobre el cambio climático, pero que el hidrógeno verde ha revitalizado en mí.

Sin embargo, soy realista: la transformación no será de la noche a la mañana, pero cada pequeño avance, cada nuevo proyecto anunciado, es un ladrillo más en la construcción de ese futuro que tanto anhelamos.

Del Entusiasmo a la Realidad Cotidiana: ¿Cuándo lo Veremos?

Una pregunta recurrente que me hacen mis amigos y familiares cuando les hablo del hidrógeno es: “¿Y cuándo lo voy a ver yo, en mi día a día?”. Es una pregunta legítima y muy importante.

Y la verdad es que, aunque los grandes proyectos industriales y de transporte están despegando ahora, su impacto directo en el consumidor final tardará un poco más.

Pero estoy convencida de que llegará. Quizás primero sean las flotas de autobuses urbanos o los trenes regionales los que funcionen con hidrógeno. Luego, es posible que veamos estaciones de repostaje de hidrógeno proliferar para vehículos particulares, aunque el coche eléctrico siga siendo la opción dominante para el turismo.

Lo que me parece más prometedor es su uso en la calefacción de distritos o en la producción de electricidad de respaldo, donde podría reemplazar al gas natural.

Mi intuición me dice que, en los próximos 5 a 10 años, empezaremos a ver cada vez más manifestaciones tangibles del hidrógeno verde en nuestras vidas, no como una curiosidad, sino como una parte integrada de nuestra infraestructura energética.

Esa visión me genera una mezcla de emoción y una expectación impaciente.

El Rol de Cada Uno: ¿Podemos Acelerar el Proceso?

A veces, frente a la magnitud de los desafíos globales, uno se siente pequeño e impotente. Pero con el hidrógeno verde, como con cualquier otra transición importante, creo firmemente que cada uno de nosotros tiene un papel, por mínimo que parezca.

Desde informarse y comprender qué es el hidrógeno verde y por qué es importante, hasta apoyar a las empresas y políticas que lo impulsan. Cuando elijo proveedores de energía renovable para mi hogar o cuando consumo productos de empresas que apuestan por la descarbonización, siento que estoy poniendo mi granito de arena.

Como consumidores, nuestra demanda y nuestras decisiones de compra envían una señal clara al mercado. Y como ciudadanos, nuestra voz, al apoyar políticas energéticas ambiciosas y realistas, es fundamental.

No se trata de salir a manifestarse todos los días, sino de estar informados, de dialogar, y de tomar decisiones conscientes. Para mí, el futuro del hidrógeno verde es un esfuerzo colectivo, y saber que soy parte de él, que cada día aprendo y comparto lo que sé, me da una sensación de propósito que trasciende lo personal.

¡Espero que también a ustedes les impulse!

Conclusión

Después de este viaje fascinante por el mundo del hidrógeno verde, me queda claro que no es una simple promesa tecnológica, sino una pieza esencial en el rompecabezas de nuestro futuro energético.

Los desafíos son reales, por supuesto, pero la ambición, la inversión y el ingenio humano que se están movilizando para superarlos me llenan de un optimismo tremendo.

Es una oportunidad única para reindustrializar, crear riqueza y, sobre todo, construir un planeta más sano. Personalmente, siento una emoción palpable al saber que somos parte de esta transformación histórica.

Información Útil

1. Rutas del Hidrógeno en España: El gobierno español ha establecido una “Hoja de Ruta del Hidrógeno” con objetivos ambiciosos, buscando que España se convierta en un líder europeo en la producción de hidrógeno verde, aprovechando su vasta disponibilidad de energías renovables.

2. Proyectos Clave a Seguir: Mantente atento a iniciativas como el “Valle del Hidrógeno de Cataluña”, el “Corredor Vasco del Hidrógeno”, o el proyecto H2Med, un hidroducto submarino que conectará España con Francia y Alemania, clave para la exportación de energía limpia.

3. El Precio de la Revolución: Aunque el coste inicial del hidrógeno verde es superior al del hidrógeno gris, las ayudas europeas (como los fondos NextGenerationEU) y la economía de escala están impulsando una rápida reducción de precios, similar a lo que ocurrió con la energía solar y eólica.

4. Aplicaciones Cotidianas Futuras: No solo en la industria pesada o el transporte de larga distancia, el hidrógeno verde podría llegar a tu hogar en el futuro a través de sistemas de calefacción de distrito o incluso como combustible para vehículos personales si la infraestructura de repostaje se expande significativamente.

5. Organizaciones Relevantes: Para profundizar, puedes seguir las noticias de la Asociación Española del Hidrógeno (AeH2) o la European Clean Hydrogen Alliance, que agrupan a los principales actores y promueven el desarrollo de esta tecnología crucial.

Puntos Clave

El hidrógeno verde es crucial para la descarbonización, producido sin emisiones usando renovables. Sus desafíos incluyen el alto coste inicial y la necesidad de desarrollar infraestructura para su transporte y almacenamiento a gran escala.

Sin embargo, representa una inmensa oportunidad para sectores difíciles de electrificar, como la industria pesada y el transporte pesado, y para la creación de empleo y riqueza local.

La inversión global, tanto pública como privada, es masiva, señalando un firme compromiso con su desarrollo. Veremos su impacto creciente en los próximos años, tanto en la industria como, gradualmente, en nuestra vida diaria.

Preguntas Frecuentes (FAQ) 📖

P: or qué el hidrógeno verde parece ser la gran esperanza, y qué lo diferencia de otros tipos de hidrógeno?
A1: Mira, a mí lo que me ha quedado claro es que el “hidrógeno verde” es la estrella porque, a diferencia del gris (que viene de gas natural y contamina una barbaridad) o el azul (que intenta capturar CO2, pero sigue emitiendo algo), este se produce con energías renovables. Es decir, usas electricidad de paneles solares o molinos eólicos para romper las moléculas de agua (H2O) y separar el hidrógeno. ¡Es un proceso limpio de principio a fin! Yo, que llevo un tiempo siguiendo esto, siento que ahí es donde está la verdadera promesa para descarbonizar la industria pesada o el transporte, algo que las baterías, por sí solas, no pueden hacer. Ver cómo la Unión Europea, con sus fondos Next Generation, está apostando fuerte por esto, buscando esa autosuficiencia energética, ¡es algo que me da un subidón de optimismo! Es una forma de cerrar el círculo de la energía limpia.Q2: Hemos oído que hay retos, como los costes y la logística. ¿Crees que son barreras insuperables o algo que se está solucionando?
A2: Uff, sí, ese es el elefante en la habitación, ¿verdad? Los costes iniciales son altos, sobre todo si pensamos en construir toda esa infraestructura desde cero: electrolizadores, tuberías de transporte, puntos de recarga… Y la logística, ¿cómo lo transportas en grandes cantidades de forma segura por carretera, tren o barco?

R: ecuerdo haber leído sobre la dificultad de adaptar las redes de gas existentes o construir nuevas. Pero, sinceramente, lo que me ha sorprendido es la velocidad a la que se está moviendo la inversión, tanto pública como privada.
De repente, ves fondos europeos o empresas energéticas importantes metiendo una cantidad brutal de dinero en esto. Mi impresión es que, aunque sea un camino empinado, no son barreras insuperables.
La economía de escala, la innovación en materiales y la colaboración entre gobiernos y empresas van a ser clave. Es como cuando empezaron los paneles solares: al principio carísimos, ¡y mira ahora!
Estamos en esa fase de “empuje inicial” y, francamente, la necesidad de descarbonizar es tan grande que no veo otra opción más que resolverlo. Q3: Mencionaste proyectos piloto en autobuses o trenes.
¿Hay ejemplos concretos que te hayan llamado la atención y cuándo podríamos ver esto a gran escala en nuestro día a día? A3: ¡Pues mira, precisamente eso es lo que más me emociona!
He seguido de cerca varios proyectos, incluso me ha tocado ver alguna noticia sobre autobuses de hidrógeno circulando en ciudades como Barcelona o Zaragoza, o los planes de Renfe para trenes en vías no electrificadas.
Es que no es solo teoría, ¡lo estamos viendo funcionar! También hay iniciativas fascinantes en puertos españoles, para descarbonizar el transporte marítimo, o en la industria siderúrgica, que consume muchísima energía y es vital para la economía.
¿Cuándo lo veremos a gran escala en nuestro día a día? Mi intuición, viendo el ritmo y la inversión, es que no va a ser de la noche a la mañana, pero el avance será exponencial.
Probablemente, en los próximos 5 a 10 años, empezaremos a notar una presencia mucho mayor, especialmente en el transporte público pesado, la logística de mercancías y en ciertas industrias.
No me atrevo a dar una fecha exacta porque siempre hay imprevistos, pero la sensación es que la voluntad política y el músculo financiero ya están ahí.
¡Es un futuro que me apetece mucho vivir y experimentar de primera mano!